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A Chaadáyev
Del amor, la esperanza y la gloria
No por mucho tiempo nos embelesó el engaño,
Pronto pasaron los juegos infantiles
Como un sueño, como niebla matutina.
Pero arde aún en nosotros la voluntad;
Bajo el yugo del poder brutal
Con la llama del alma inquieta
Responderemos al llamado de la Patria.
Esperamos con ansiedad infinita
El momento de la sagrada Libertad,
Como espera el amante joven
El minuto de la anhelada cita.
Mientras arda el anhelo de Liberación,
Mientras los corazones de honor se inflamen,
Amigo mío, ¡dediquemos a la Patria
El fervor de nuestras almas nobles!
¡Camarada, cree: brillará entera
La estrella de la felicidad plena,
Rusia se sacudirá del sueño,
Y sobre las ruinas de la tiranía
¡Esculpirán nuestros nombres!
1818
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Chaadaiev, Piotr Yákovlevich (1794–1856), escritor y filósofo ruso, oficial del Ejército y amigo cercano de Pushkin.
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Al Poeta
Poeta, no busques el amor de la gente.
De las sonoras alabanzas pronto cesará la ovación;
Oirás el juicio del tonto y la risa burlona de la plebe,
Pero tú, permanece fuerte, tranquilo y severo.
Tú eres el zar: vive solo. Por la senda independiente
Camina hacia donde ordene tu libre pensamiento,
Perfeccionando los frutos de tu mente,
Sin exigir premio alguno a tu noble heroísmo.
Todo está en ti mismo. Eres tu propio juez supremo;
Mejor que todos puedes valorar tu espléndido trabajo.
¿Acaso estás satisfecho con él, severo artista?
¿Satisfecho? Permite, pues, que la plebe se burle de ti
Y escupa en el altar, en donde tu llama arde,
Y déjalos, cual niños juguetones, mecer tu cuna de arte.
1830
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[DE PINDEMONTE 1…]
No valoro los derechos altisonantes,
Por los cuales extravíase más de una cabeza;
No me lamento que los dioses me han negado
La suerte de preocuparme por los impuestos
O interceder entre los zares para que dejen de reñir;
Y poco me estremece si la prensa puede o no libremente
Hablar de esto y de aquello, o si la censura
No deja en paz a las publicaciones.
Todo ello, vea usted, son puras palabras, palabras, palabras…
Otros derechos son el objeto de mis cuitas;
Y es otra la libertad que ansío.
Acaso no es, a fin de cuentas,
Lo mismo, ¿depender del poder o de la plebe?
Que dios los ampare...
No rendir cuentas a nadie;
No doblar la cerviz, no claudicar
Comprometiendo la conciencia o las ideas;
Conforme al propio designio andar de aquí para allá
Admirando las divinas bellezas de la Naturaleza,
Y las creaciones del arte y la inspiración humana,
Temblando de emoción, gozo y admiración:
¡He ahí la verdadera felicidad! ¡He ahí los derechos…!
1836
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1 Alusión al poeta italiano Ippolito Pindemonte (1753- 1828).
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Exegi monumentum
He erigido de mí un monumento duradero,
No lo devorará la hierba de los tiempos,
Se eleva por encima de la época muy alto,
Más alto que la cúpula del palacio de Alejandro.
No moriré por entero,- mi espíritu perdurará
En la lira; mis cenizas vivirán escapando al olvido
Y mi nombre se dispersará por el orbe a porfía
Mientras exista al menos un amante de la poesía.
Mi obra se escuchará por toda la gran Rusia,
Y mi voz llegará a todo pueblo que en ella habita:
Al orgulloso nieto de los eslavos, o al de los fineses,
Y a los sencillos habitantes de la estepa.
Y me recordará por los siglos el pueblo
Por los buenos sentimientos que mi lira despertó,
Por mi canto de Libertad en un siglo cruel,
Por mi valiente defensa de los desamparados.
Mi musa ha sido fiel al llamado divino,
No ha temido los agravios ni buscado la fama;
El elogio y la calumnia por igual he recibido;
Y he evitado por doquier contradecir al tonto.
1836
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¡Es hora, amigo, es hora! El corazón implora paz-
Vuelan los días y cada hora se lleva
Una partecita de la vida; y nosotros, tú y yo,
Suponemos que vivimos, pero fíjate: en verdad morimos.
No hay felicidad en este mundo, pero hay paz y voluntad.
Hace ya mucho tiempo que vislumbro mi destino:
Hace tiempo, cansado esclavo, he perfilado mi evasión
A la lejana morada de trabajo y diáfana preocupación.
1834
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No, la vida no me ha hastiado,
Amo vivir, vivir quiero,
Mi espíritu no se ha enfriado
Al ir perdiendo juventud.
Para mis gustos y tendencias
Todavía existen goces y alegrías,
Y para mi imaginación
Todavía hay mucho en qué soñar.
1836
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Según sus cercanos amigos, en el poeta Lérmontov había como dos hombres: uno- bueno y afable, para el círculo estrecho de compañeros y para aquellos que podían gozar de su especial aprecio; y otro- lejano, cáustico e irónico, para todos los demás.
Luego de cumplir un segundo exilio y de haber participado en operaciones militares en la zona de conflicto, emprende regreso a Peterburgo. En la ciudad de Piatigorsk, Lérmontov encontró la muerte, a causa de una disputa con un antiguo amigo, Martinov, con quien se batió en duelo. Aquello aconteció el 15 de julio de 1841. No había cumplido aún los 27 años.
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En lo profundo de las minas de Siberia
Conservad orgulloso estoicismo,
No se perderá vuestro noble sacrificio
Ni vanos serán vuestros elevados ideales.
Hermana leal del Infortunio-
La Esperanza, en la mazmorra sombría,
Os traerá ánimo y alegría,
Y llegará el minuto anhelado:
A vosotros, la onda de amor y de amistad
Llegará a través de las oscuras rejas,
Así como a vuestras lóbregas celdas
Se filtra mi voz que clama libertad.
Caerán, entonces, las duras cadenas,
La oscuridad se disipará; la Libertad
Os recibirá dulcemente en el umbral,
Y los hermanos la espada os ceñirán.
1827
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Si la vida te engaña
¡No te entristezcas, no te enojes!
El día de la derrota mantén tranquilidad,
¡Llegará, créelo, el amanecer de la felicidad!
El corazón vive en el futuro;
El presente es tedioso:
Todo es efímero, muere el fruto maduro;
Sólo lo que deja huella, es valioso.
1825
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Misteriosa flor
Una flor ya seca y sin aroma,
Olvidada en un libro, encuentro yo;
Al instante, de un extraño sueño
Invadida, mi alma se asombra:
¿Dónde floreció? ¿Cuándo? ¿Cuál primavera?
¿Largo tiempo fue creciendo? ¿Y quién la cortó?
¿Fue alguien conocido o una mano ajena?
¿Y con qué objeto allí la colocó?
¿Es, acaso, el recuerdo de una tierna cita
O testigo de una irremediable despedida?
¿O es memoria, tal vez, de un paseo solitario
A la sombra del bosque, en el verdor del campo?
¿Vive él aún? Y de ella, ¿qué será?
¿Y dónde pervive su rincón de amor?
¿Se habrán ya todos marchitado
Cual esta misteriosa flor?
1828
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DEDICADO A ***K
Recuerdo bien aquel mágico instante:
Frente a mi apereciste radiante,
Como una efímera visión,
Como un genio de belleza pura.
Fatigado por una desesperada tristeza,
Sofocado por el bullicio del mundo,
Tu dulce voz en mí sonó por largo tiempo,
Y en mis sueños veía tu rostro divino.
Pasaron los años. La violenta tormenta
Del destino arrasó mis viejos sueños,
Y olvidé tu dulce voz, y se perdieron
Para mí tus suaves rasgos celestiales.
En la soledad de sombría reclusión
Pasaban mis días silenciosamente,
Sin una deidad, sin inspiración,
Sin lágrimas, sin vida, sin amor.
Llegó a mi alma un nuevo despertar
Y nuevamente apareciste tú,
Como una efímera visión,
Como un genio de belleza pura.
Mi corazón torna ebrio a latir,
Y siento que renacen en él
La deidad, la inspiración,
Vida, lágrimas y amor.
1825
Poema dedicado a Anna Petrovna Kern (usualmente se supone su nombre tras los asteriscos); según se sabe, ella fue una de las hermosas inspiradoras del poeta.
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Mañana de invierno
¡Frío glacial y sol; día maravilloso!
¡Todavía duermes, amiga hermosa!
Ya es hora, dulzura, ¡despierta!
Abre tus ojos somnolientos
A la Aurora del Norte
Cual si fueses tú misma una estrella.
Ayer, recuerdas, el viento gélido bramaba,
En el cielo gris la niebla se imponía,
La luna, cual pálida hermana,
A través de las nubes apenas se anunciaba,
Y estabas toda tú aburrida y fria,-
Mas ahora,…. Mira a la ventana:
Bajo el cielo azul
Extendida cual maravillosa alfombra,
Blanca y pura, brilla al sol la nieve;
El bosque se muestra transparente,
El pino verde con la escarcha resplandece,
Y el río, bajo el duro hielo, fluye y canta.
Toda nuestra habitación refulge como el ámbar
Mientras la leña en el hogar
Cruje alegre y baila en ardientes lenguas.
¡Qué grato es sentarse y pensar!
Aunque…, ¿no sería bueno, acaso, ordenar
Que amarren al trineo una juguetona yegua?
Deslizándonos sobre la nieve matinal,
Amiga mía, entreguémonos al trote
Del brioso e inquieto animal,
Transitemos los campos solitarios,
Los bosques hasta hace poco frondosos
Y la orilla del río, para mí tan entrañable.
1829
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Pensé que el corazón había olvidado
El sencillo arte de sufrir.
Y yo decía: todo lo que ha pasado
¡Ya no será! ¡No volveré a sentir!
Se esfumaron las ilusiones y las penas,
Huyeron las cándidas quimeras…
Mas, ¡ay! renacen otra vez con fuerza
Bajo el mágico poder de la belleza.
1835
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Yo a Usted la amé; tal vez aquel amor
No se ha extinguido en mi alma todavía.
Mas anhelo que no la importune este ardor,
Que no le traiga más tristezas esta pena mía.
Yo la amé, en silencio y sin esperanzas,
Embelesado a veces, a veces de celos colmado;
La amé a Usted tan sinceramente, con ternura tal,
Como dios quiera alguien pueda volverla a amar.
1829
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Hermosa
Todo en ella es armonía, perfección,
Por encima del mundo y la pasión;
Va tranquila y sencilla, segura
De su majestuosa hermosura.
Mira a su alrededor:
No encuentra rivales, tampoco amigas;
El opaco grupo de nuestras beldades
Se desvanece ante su resplandor.
No importa adónde de prisa te dirijas,
O que corras a una cita de amor;
Ni que lleves ebrio el corazón
De sacrosanta ensoñación:
Al encontrarte con ella, en realidad,
Aún sin quererlo, trémulo te detendrás,
Asombrado y agradecido, al contemplar
Ese vivo santuario de la divinidad.
1832
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Siempre será como fue antaño:
El mundo está hecho de este modo:
Hay tanta gente estudiosa- inteligentes, pocos;
Tantos conocidos- ¡amigo, ni uno solo!
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De Sí Mismo
Grande anhelo ser,
Honrar quiero a Rusia- mi Patria,
Mucho prometo -
¿Cumpliré? ¡Quién lo puede saber!
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Despedida
Por vez postrera, al abrigo del silencio
Del corazón brotan los versos.
Querido amigo mío de Colegio,
Contigo departo estos últimos momentos.
Pasaron ya los años de dulce compartir;
Nuestro círculo colegial hoy se dispersa.
¡Perdóname! Que el destino te sea compasivo,
¡No te separes, oh, querido amigo,
De la sagrada Libertad y de Febo!
Prueba el amor, que yo no conoceré,
Amor de esperanzas, de emociones y de gloria:
¡Y que transcurran tus días de ensueño
En medio de feliz calma y de silencio!
¡Perdóname! En cualquier lugar que me encuentre:
Ya sea en el fragor de la batalla,
O en las pacíficas orillas del río de mi pueblo,
Seré fiel a nuestra sagrada amistad.
Y es mi deseo que (¿escuchará el destino mi súplica?)
¡Felices sean todos nuestros amigos del Colegio!
1817
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